La
ciencia moderna cada día es más exigente en la aceptación y validación de
una teoría y cada día invierte recursos mayores en la búsqueda del hilo que
mantiene en movimiento el universo. Escudriña lo profundo penetrando físicamente
en las entrañas de la materia. Aquella deducción de los babilonios de que todo
lo existente estaba compuesto de tierra, agua, aire y fuego y que luego fue
precisada por Demócrito y Leucipo al afirmar que eran los átomos los
verdaderos componentes de la materia fue obtenida a partir de la observación
directa del mundo de las apariencias. Se requirieron más de veinticinco siglos
para que Thomson comprobara mediante la utilización del método científico que
efectivamente la materia estaba constituida de átomos y para que Rutherford
descubriera que el átomo está formado por electrones que giran en torno a un núcleo
de protones y neutrones. Y resultó que los átomos no eran los elementos
primarios de lo existente. Se requirió del aporte económico de muchos países
poderosos para que se pudieran construir grandes aceleradores de partículas a
velocidades cercanas a la de la luz para producir la energía necesaria para
romper una partícula “elemental” y poder encontrarle el “coquito” que
la constituye. Ver figura 3. Han sido años de inversión para determinar lo que
hasta hace poco se creía que era lo elemental: el quark. Pero ¿cómo explica
la ciencia lo que conocemos hasta el día de hoy?
La
física contemporánea se encuentra en una encrucijada. Para explicar los fenómenos
atómicos lo hace a través de la mecánica cuántica. Su descripción de la
naturaleza microscópica es tan precisa que toda la tecnología moderna está
basada en ella. La nanotecnología, la física de partículas, la ciencia de
materiales, etc. han hecho posible los computadores modernos, el escáner, los
sistemas de comunicación y toda la tecnología que hace la vida más amable.
El Principio de Incertidumbre de Heinsenberg no nos muestra un mundo
microscópico incierto con múltiples posibilidades, lo que hace es describir la
variedad del universo y las sorpresas a la que ya estamos acostumbrados. Su
desarrollo es de carácter aleatorio, lo que nos permite una gran variedad de
mundos posibles, todos ellos coherentes con la ciencia, porque el mundo microscópico
alcanza la regularidad estadística y se presenta ante los instrumentos y
sentidos humanos en su comportamiento promedio.
Por
otro lado, la Teoría General de la Relatividad explica con lujo de detalles el
comportamiento de las grandes masas, la estructura del espacio interestelar, el
movimiento de la luz y la presencia de los agujeros negros. Einstein basado en
la analogía de los sistemas y con la crítica profunda a la geometría
euclidiana y sustentado en los resultados experimentales de Michelson y Morley,
postuló la integración del espacio tiempo
como escenario de todos los acontecimientos del universo. No tardaron los
físicos experimentales en comprobar fehacientemente la veracidad de los
resultados teóricos obtenidos por Einstein y que hoy día constituyen la base,
al lado de las Geometrías no euclidianas, de la astronomía. La teoría general
de la relatividad fusionó en un solo concepto los sistemas no inerciales y los
sistemas gravitacionales, explicando el interrogante existente desde la época
de Newton en donde se daba como un hecho cierto su igualdad. Einstein lo resumió
en el Principio de Equivalencia de la masa inercial y la masa gravitacional,
sustentado en que los dos sistemas son indistinguibles. La Física utiliza estas
dos teorías, la Mecánica Cuántica y La Teoría General de la Relatividad,
para explicar todo lo que ocurre en el universo microscópico y macroscópico,
respectivamente. Ver figura 4.
¿Cómo
explicar el comportamiento del universo en el momento en que se inició el Big
Bang, en donde toda la masa del universo se encontraba comprimida en un punto
denominado singularidad? Obsérvese que la singularidad permitiría la aplicación
de la mecánica cuántica por ser un punto microcósmico y de la teoría general
de la relatividad por tratarse de una gran masa que ha absorbido el espacio y el
tiempo. Para nuestra sorpresa ¡Las dos teorías son incompatibles! ¡No pueden
ser ciertas a la vez! No se pueden aplicar simultáneamente a una misma situación.
Cada una tiene su campo de aplicación. Entonces ¿cómo explicar la teoría
aceptada por la ciencia sobre el origen del universo?
Figura
4.- Albert Einstein
2.-
Armonías de las esferas
Los
esfuerzos han sido ingentes. Continúan las inversiones para seguir construyendo
grandes aceleradores de partículas, cada vez con mayor energía para poder
romper partículas y para congregar científicos que intenten explicar los
resultados experimentales mediante teorías ingeniosas. Ha surgido recientemente
una teoría única que explica simultáneamente lo microscópico y lo macroscópico.
Se ha denominado la Teoría del Universo
o la Teoría Final.
La
nueva teoría que parece explicar el comportamiento aparentemente contradictorio
de lo microscópico y lo macroscópico no es otra que una versión ampliada y
corregida de la Armonía de las Esferas de Pitágoras, quien observó que la
nota emitida por una cuerda de la lira, su instrumento predilecto, era
“proporcional a su longitud, a la raíz cuadrada de su densidad lineal e
inversamente proporcional a la raíz cuadrada de su tensión”. Significa que
densidad, tensión y longitud, cantidades físicas ajustables, determinan unívocamente
la nota musical; y, al conocer la nota musical emitida por una cuerda, también
se sabe los parámetros de longitud, tensión y densidad de la cuerda. Y no todo
terminaba ahí. La música para los pitagóricos aliviaba la agresividad
interior, facilitaba la armonía entre las personas, estimulaba la intuición y
era factor de inspiración de ideas transformadoras.
La
genialidad de Pitágoras lo llevó a descubrir leyes universales basado, al
igual que lo hiciera posteriormente Newton, en la analogía, la intuición y la
regularidad de los acontecimientos de la naturaleza. Pitágoras conoció en
Egipto los sólidos regulares: tetraedro, hexaedro, octaedro e icosaedro. Cuatro
sólidos que tienen sus caras iguales. El tetraedro, octaedro e icosaedro están
formados por triángulos, figura geométrica de tres lados. El hexaedro o cubo
está formado por cuadrados. La búsqueda de nuevas figuras sólidas fue tema de
esfuerzos por parte de los matemáticos de la época. Ante la dificultad de
encontrar nuevos sólidos, se pensó que eran los únicos, dada la coincidencia
entre el número de sólidos y los cuatros elementos constitutivos del universo:
tierra, agua, aire y fuego. A cada sólido se le asoció un elemento. Fueron los
Pitagóricos quienes descubrieron un quinto sólido. El dodecaedro, figura sólida
de doce caras pentagonales, desde donde se podía generar la estrella de cinco
puntas mediante la unión alternada de sus vértices. Este descubrimiento, como
veremos, fue el que llevó a los pitagóricos a considerar la integración del
universo. Igual generalización hizo a partir de la música.
Un
fenómeno cotidiano como la música y una relación entre notas musicales, con
un alto contenido espiritual, dado el carácter sujetivo de sus efectos en el
ser humano, le bastó a Pitágoras para encontrar la clave de la armonía
universal, de todo lo existente. Pitágoras conoció en su viaje por el medio
oriente los resultados de las investigaciones de los babilonios, obtenidas
durante veinte siglos de observación juiciosa del cielo nocturno desde lo alto
de sus enormes zigurats, sobre el movimiento periódico de los cuerpos celestes,
la cercanía de los planetas a la tierra y la lejanía de las estrellas, la
predicción de los eclipses de luna y sol, la repetición regular del panorama
estelar durante el año y, en fin, la regularidad matemática de todos los
acontecimientos del universo. Tuvo la fortuna de conocer las enseñanzas de
sabios contemporáneos como Buda y Zoroastro. Su visión holística del universo
y fiel al principio esotérico: “como es arriba es abajo; como es abajo es
arriba” lo llevó a comparar el movimiento de los planetas o esferas, como se
les llamaba, con las siete cuerdas de la lira. Por ello no dudó en afirmar que
las esferas producían una armonía celestial a la que denominó “la música
de las esferas”. Una pieza musical se construye siguiendo leyes similares a
las que rigen el universo de los números.
“Sabemos que las leyes secretas que regulan el cosmos y la naturaleza
se ocultan tras puertas que se abren con una única llave maestra: la sabiduría”
afirmaban los egipcios. No podemos oír la música de las esferas porque
llevamos oyéndola desde el momento mismo de nuestro nacimiento y eso hace que
la confundamos con el silencio. Ver figura 5.
Figura
5.- Sistema planetario y la armonía de las esferas.
De
los aportes pitagóricos para el conocimiento de los hilos que mueven el
universo el que se considera el descubrimiento capital fue el que las armonías
musicales dependen de razones numéricas. La octava corresponde a la razón 2:1
en la longitud de la cuerda, la razón 3:2 corresponde a la quinta y la razón
4:3 a la cuarta. Es decir, al acortar las cuerdas o la misma cuerda según las
razones 4:3, 3:2, 2:1 se obtienen tonos que son una cuarta, una quinta y una
octava más altas. Como la parte del cerebro humano que recibe las señales de
los nervios del oído está construida de tal forma que una sencilla relación
de frecuencia como 3:4 proporciona “placer” mientras que una compleja como
137:171 “desplacer”, las longitudes de las cuerdas que dan un acorde
perfecto deben estar en una relación numérica sencilla. George Gamow afirma
que este descubrimiento fue probablemente la primera formulación matemática de
una ley física, y se puede muy bien considerar como el primer paso en el
desarrollo de lo que hoy conocemos como física teórica. La figura 6 ilustra
las proporciones pitagóricas.
Figura
6.- Cuerda vibrante en proporción 2:1, 3:2, 4:3
Para
los pitagóricos tuvo enorme importancia el haber llegado a explicar los
intervalos consonánticos mediante razones de los números 1, 2, 3, 4, los números
de la tetractys. Otra verificación más del principio de la escuela: “Todo es
número”, todo resulta ordenado por números. De lo más profundo de las cosas,
mediante el orden, se manifiesta la armonía. La teoría musical de Pitágoras
se resume en: si M y N son números naturales (1, 2, 3, 4, …), y a y h son los
promedios aritmético y armónico, entonces se cumple la proporción: N/a=h/M.
En particular, si N=12 y M= 6 se tiene que la proporción 12/9=8/6, donde los números
6, 8, 12 están relacionados con el hexaedro o cubo que tiene 6 caras, 8 vértices
y 12 aristas, donde 8 es la media armónica entre 12 y 6. (h=2 x 12x6/(12+6)=
8). El cubo fue llamado armonía geométrica. La relación número -la
tetractys-, armonía musical y figura geométrica estableció el puente que
faltaba para conectar las cuatro partes en que estaba dividida la matemática
pitagórica: aritmética y música, astronomía y geometría. Se logra hacer
inteligible la música mediante la aritmética; y se establece un puente entre
geometría y música; e intenta extender la música hasta la astronomía; el
resultado es la armonía de las esferas. Las cuatro partes de la matemática
quedan intercomunicadas, se alcanza una homogeneidad y todo gracias al número.
La
relación entre la música y la astronomía es verdaderamente genial porque es
una extensión de la armonía musical, es decir, de los números de la tetractys
(1, 2, 3, 4), hasta lo más profundo del universo y, de acuerdo con el principio
hermético, hasta lo más elemental de la materia. Así como el número hace
presencia la música manifiesta la armonía. La música es una forma sutil de decir las ondas, las
vibraciones.
3.-
La Teoría final
La
Teoría de las Supercuerdas o Teoría Final o Teoría del Universo afirma que
las propiedades que se han observado en las partículas, los datos recogidos de
masa y fuerza representativa, son un reflejo de los distintos modos en que una
cuerda puede vibrar. Del mismo modo que las cuerdas de un violín o de un piano
tienen unas frecuencias de resonancia predilectas a la hora de vibrar –pautas
que nuestros oídos perciben como las diversas notas musicales y sus armónicos
más altos- así sucede con los bucles de la teoría de cuerdas. Pero en vez de
producir notas musicales, tal como las conocemos, cada uno de los modelos de
vibración preferidos de una cuerda dentro de la teoría de cuerdas se presenta
como una partícula cuyas cargas de fuerza y de masa están determinadas por
el modelo de oscilación de la cuerda. El electrón es una cuerda que
vibra de un modo, el quark es otra que vibra de otro modo, y así en general.
Las propiedades de las partículas dentro de la teoría de cuerdas son la
manifestación de una única característica física: la vibración –es decir,
la música- de los bucles de cuerda fundamentales. Estamos, como afirmo Pitágoras,
ante la gran sinfonía del universo, la música universal manifestada como partícula
elemental o como ser humano.
Figura
7.- Diagramas de Feyman. Interacción de partículas
La
misma teoría se aplica a las fuerzas de la naturaleza. Las partículas
transportadoras de las fuerzas fundamentales de la naturaleza: nuclear fuerte,
electromagnética, nuclear débil y gravedad, están asociadas con modelos específicos
de vibración de cuerdas y por tanto todo, toda la materia y todas las fuerzas,
están unificadas bajo la misma rúbrica de oscilaciones microscópicas de
cuerdas, es decir, las “notas” que las cuerdas pueden producir. Ver figura
7. La Teoría Final trata de la más profunda de las teorías posibles dentro de
la física, una teoría que es la base de todas las demás, que no requiere, o
ni siquiera permite, una base explicativa más profunda. Las matemáticas de la
teoría de cuerdas son tan complicadas que, hasta ahora, nadie conoce ni
siquiera las ecuaciones de las fórmulas exactas de esta teoría.
Con
razón Edward Witten, uno de los pioneros y más relevantes expertos en teoría
de cuerdas, resume la situación diciendo que “la teoría de cuerdas es una
parte de la física del siglo XXI que, por azar, cayó en el siglo XX”, o más
bien en el siglo V antes de nuestra era, una valoración que fue realizada
primero por el famoso físico italiano Daniele Amati. A Witten se le olvidó que
2500 años atrás El Hijo del Silencio, Pitágoras, sacó las mismas
conclusiones a partir del monocordio, una sola cuerda. Pitágoras continúa
vivo. Su método y su idea del mundo integral y vivo lo llevó a encontrar
secretos profundos que le permitieron ver los hilos que mantienen
al universo en movimiento permanente, en donde detrás del cambio que
caracteriza todos los procesos naturales están las notas musicales, las
vibraciones con su cantar que se manifiesta en todo lo existente. Se trata, ni más
ni menos, que la Armonía de las Esferas.
4.-
El quinto elemento y el medio ambiente
El
interés de Pitágoras por encontrar la llave maestra que devela el secreto del
universo lo llevó a interesarse en la creencia de los babilonios de que los únicos
sólidos regulares que existían en la naturaleza eran el tetraedro (pirámide
de 4 caras triangulares), el hexaedro (cubo de 6 caras cuadradas), y el octaedro
(sólido de 8 caras triangulares). Los egipcios añadieron el icosaedro (sólido
de 20 caras triangulares), sólido que mantuvieron en secreto y solo se les enseñaba
a los iniciados. Estos cuatro sólidos sirvieron para simbolizar los cuatro
elementos: fuego, tierra, aire y agua, respectivamente. El filósofo Empédocles
profundizó en la teoría de los cuatro elementos y la presentó y sustentó de
tal forma que era aceptada por científicos hasta épocas modernas.
Pitágoras
que había integrado la aritmética, la música, la geometría y la astronomía
estudió en su escuela la razón por la cual no se encontraban más sólidos
regulares en la naturaleza y descubrió que en realidad existían cinco sólidos,
los cuatro conocidos por los egipcios y el dodecaedro, sólido de 12 lados
pentagonales, tal como lo hemos explicado ampliamente. La existencia de los
cinco sólidos la tradujo en un teorema –una verdad matemática- que luego fue
formalizada por el matemático suizo Leonhard Euler. La emoción de Pitágoras
tuvo que ser infinita, porque su idea del universo como un ser vivo que se
manifiesta de diferentes formas, le permitió representar el espíritu universal,
el éter, el quinto elemento esencial del universo a través del dodecaedro. La
figura 2 muestra la correspondencia de los cinco elementos con los cinco sólidos
regulares existentes en la naturaleza.
Encontró
una conexión contundente entre la geometría y el universo, expresada aritmética
y musicalmente por la presencia numérica asociada al cubo. La tabla 1. muestra
el resultado de la aplicación del teorema de Euler para los sólidos regulares,
el cual se enuncia así: el número de caras, C, más el número de vértices,
V, menos el número de aristas, A, de un sólido regular es igual a 2. O en
forma matemática: C + V – A = 2. Se requiere que C, V y A sean números
enteros. Se puede probar fácilmente que las únicas posibilidades que hay son
las dadas en la tabla 1.
Figura
8.- Representación simbólica de los cinco elementos
Sólido
|
Caras,
C
|
Vértices,
V
|
Aristas,
A
|
C+V-A
|
Elemento
|
Tetraedro
|
4
|
4
|
6
|
2
|
Fuego
|
Cubo
|
6
|
8
|
12
|
2
|
Tierra
|
Octaedro
|
8
|
6
|
12
|
2
|
Aire
|
Dodecaedro
|
12
|
20
|
30
|
2
|
Universo
|
Icosaedro
|
20
|
12
|
30
|
2
|
Agua
|
Tabla
1. Teorema de Euler para los sólidos regulares
La
física clásica basó el estudio de la luz hasta principios del siglo XX en la
vibración del éter, sustancia que postuló Pitágoras se encontraba presente
en todo el universo y constituía el espíritu unificado del mismo. Cuando se
descubrió que la luz era una onda electromagnética y como tal debía ser el
producto de la perturbación de un medio, así como ocurre con las ondas de agua
que se producen por la perturbación del agua o el sonido por perturbación del
aire, no se dudó en que ese medio era el quinto elemento, es decir, el
dodecaedro o la triada 12, 20, 30 para decirlo en términos pitagóricos. Se
requirió del ingenio humano y de un experimento negativo como el realizado por
Michelson y Morley para que Albert Einstein postulara la teoría de la
relatividad y concluyera que la radiación electromagnética se podía propagar
en el vacío, sin necesidad de perturbar ningún medio en particular.
Pitágoras
no se limitó a encerrar el universo en el quinto elemento sino que amplió su
idea con las enseñanzas recibidas por su maestro Ferécides de Siro quien le
hizo ver que todo en el universo es repetitivo y que la figura geométrica que
mejor lo representaría era la esfera. Las estaciones del año, el día y la
noche, el fondo del cielo estrellado, las constelaciones del zodíaco y la
propia vida del hombre. De allí infería que el hombre también vive en un círculo
infinito repetitivo a menos que alcance la perfección. En las permanentes
discusiones con su maestro, Pitágoras insistía en que la espiral ascendente e
incluso la hélice, figura geométrica parecida al resorte, eran mejor
representación de lo existente porque tenían en cuenta el desarrollo, ya que
las cosas no se repiten exactamente igual sino que vuelve a una posición
parecida pero alejada de la anterior. Férecides, un hombre práctico y
admirador de la “sencillez” de la naturaleza convenció a Pitágoras que los
símbolos deben condensar lo mejor posible aquello que pretenden expresar. Por
ello Pitágoras acepto el círculo, primero como una representación de lo esférico
y luego como la realidad misma, en el sentido amplio de la palabra. “La verdad
es esférica” enseñaba a sus discípulos. El amor a la verdad lo invitó a
recurrir a la esfera con la finalidad de discernir correctamente.
Se
desprendió en forma lógica del anterior planteamiento la necesidad de
considerar qué ocurría después de la muerte. Si todo acababa, el simbolismo
de la esfera y el círculo no sería correcto. Pero Pitágoras un hombre
consecuente, coherente y racional en sus planteamientos explicó el futuro del
hombre mediante la doctrina de la metempsicosis –transmigración de las almas-
en donde después de la muerte el alma pasaba a otro cuerpo, mejor o peor
que el anterior, dependiendo del comportamiento reciente. Este otro cuerpo puede
ser de naturaleza humana, animal, y en el peor de los casos, hasta vegetal. La
aspiración del alma debería ser comportarse lo mejor posible. Se dice que esa
idea la tomó de los egipcios.
Lo
destacable del planteamiento es la coherencia y la deducción lógica a partir
de una observación sencilla de la forma, la repetición del día, el año, las
constelaciones, etc. y su representación por medio del círculo. Las
consecuencias de su teoría lo hicieron un hombre profundamente respetuoso del
entorno y un ecologista consumado. Nunca aceptó el sacrificio de los animales
porque consideraba que ellos poseían el alma de un humano con afán de mejorar.
Propendió por la armonía del hombre con las plantas y la protección de las
especies. No se trató de una posición vegetariana como es concebida en
la actualidad, sino la visualización del mundo como un todo armónico, como un
todo musical.
Pitágoras
no estuvo lejos de lo que conocemos hoy. La genética ha descubierto que la
clave de la vida se encuentra en el genoma y que las diferencias entre el genoma
humano y el de la mosca son de apenas unas cuantas moléculas. Las plantas no se
diferencias mucho de los animales y del hombre en el nivel microscópico, es
decir, en la informática molecular. La manipulación genética podría
transformar un ser en otro. Pitágoras a partir de un concepto puramente geométrico
descubrió el futuro desarrollo de la tecnología genética. Por supuesto,
visualizó, mediante lo que he llamado encontrar el contenido a partir de la
forma, la integralidad de la gran variedad de especies aparentemente distintas y
el origen común de lo vivo. Los ecologistas modernos nos llaman la atención
sobre el mencionado principio hermético para que en lo puntual, en lo microscópico
observemos lo macroscópico. En la actualidad es condición sine qua non en
cualquier proyecto de desarrollo considerar el impacto ambiental. Y la genética
también ha probado que muchas de las enfermedades que padecemos son
consecuencia de comportamientos y prácticas equivocadas de nuestros antepasados,
no solo recientes sino ancestrales. Enfermedades como la diabetes, el cáncer,
diferentes tipos de taras, el sida, tienen un componente hereditario,
producto de seres que ya vivieron y se encuentran presentes de esa manera.
Pitágoras
visualizó el principio de la relatividad general a partir del principio hermético:
en la naturaleza rigen las mismas leyes tanto para lo grande como para lo pequeño.
Y hecho incuestionable es que nada, visto con la suficiente distancia, discurre
en línea recta, sino que, finalmente, lo que creíamos ser rectilíneo es tan sólo
un segmento de un inmenso círculo. Este pensamiento llevó a Pitágoras a
anticiparse a Friedman, Lemaitre, Hawking, Einstein y Hubble, porque ese
planteamiento no es solo consecuencia de la teoría general de la relatividad
que plantea la influencia que ejerce el campo gravitatorio sobre la radiación
electromagnética, la luz, sino del
estudio matemático de las ecuaciones de la relatividad realizado por el matemático
ruso Friedman a partir de las ideas de Lemaitre y corroborado por Hubble
mediante la observación directa, que el espacio podría cerrarse sobre sí
mismo si se cumplen las condiciones de densidad del universo. La idea de la
curvatura del espacio, como se puede ver, no es nueva, la prueba de la expansión
observada por Hubble es una corroboración del planteamiento de Pitágoras.
Dedujo
a partir de su verdad geométrica que la tierra debería ser esférica. Se
anticipó a Erastóstenes, filósofo griego pitagórico, que midió el radio de
la tierra, y a Copérnico con el sistema heliocéntrico, aunque Pitágoras creía
que en el centro del universo existía la llama eterna, diferente al Sol,
alrededor de la cual giraban los planetas. No es exagerado plantear la
posibilidad que Pitágoras haya contemplado la Vía Láctea en cuyo centro se
encuentra una fábrica de estrellas y una fuente poderosa de energía, alrededor
de la cual gira nuestro sistema planetario con un período de 200 millones de años.
La visión de Pitágoras nos permite ir más allá sin necesidad de
sorprendernos.
Se
adelantó a Newton al considerar que el dodecaedro representaba el quinto
elemento al que llamó el espíritu del universo. Ese espíritu no es otra cosa
que el campo gravitacional, idea introducida por Faraday y expresada matemáticamente
por Maxwell, a la que Newton denominó fuerza gravitacional y la simbolizó por
su famosa Ley de la Gravitación Universal. Se ha comprobado reiteradamente que
la gravitación existe en todo el universo y que es la única fuerza de acción
universal, propia de todos los objetos que tienen masa. Realmente el campo
gravitacional cubre todo el universo. Einstein lo concibió como una deformación
del espacio-tiempo producida por la presencia de una masa. Ambas teorías son
representadas magistralmente con el símbolo del dodecaedro.
5.-
La estrella de cinco puntas
Los
pitagóricos descubrieron que la estrella de cinco puntas que se forma a partir
de la unión de los vértices del pentágono regular contiene información
relacionada con el secreto de la vida. Los biólogos modernos conocen que la
proporción áurea
aparece
como una constante en los seres vivos. Hoy se ha extendido a las organizaciones
inanimadas. Nos preguntamos ¿qué más sabían los egipcios?
La
proporción áurea está presente en todas las relaciones de longitud del hombre,
en los dientes, la cara, el brazo, la estatura; en los delfines, las mariposas,
las plantas, el girasol, la vía láctea, la distancias de los planetas al sol,
las pirámides de Egipto, la fachada del Liceo Celedón, en el Partenón, en las
pinturas de Velásquez, Da Vinci, etc. Desde el punto de vista esotérico es
interesante advertir que la proporción áurea es la fracción continua infinita
más simple que existe. Está formada por una secuencia de unos que se dividen
en forma continua. Así,
Todo
esto ha llamado profundamente la atención, porque más allá del parecido físico
entre la estrella de cinco puntas y el hombre (el hombre de Vitrubio) están las
proporciones, es decir, la relación matemática, los números. No es extraño,
entonces, que el número cinco represente al hombre y la relación de éste con
el universo. Cinco son los lados del pentágono regular a partir del cual se
genera la estrella de cinco puntas con su proporción áurea. El pentágono es
la cara del dodecaedro regular, símbolo del universo, de todo aquello que lo
hace ser uno. La estrella genera la proporción áurea, número irracional que
se auto-reproduce para convertirse en la esencia numérica de lo vivo
La
estrella de cinco puntas y el teorema de Pitágoras resumen el pensamiento
universal y complejo de Pitágoras. El secreto, connatural a la escuela pitagórica,
se llevó a la tumba seguramente innumerables descubrimientos sobre los hilos
que mueven el universo, obtenidos a partir de una visión particular de la
forma, es decir, de las manifestaciones, de las apariencias que se nos presentan
cotidianamente.
He
intentado interpretar en el marco de la ciencia moderna las enseñanzas
profundas de Pitágoras, pues su estudio nos dará luces para encontrar una
salida al momento en que nos encontramos.
Bibliografía
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Rafael. La geometría en el arte y el diseño. Universidad nacional de Colombia.
2004.
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Mario. Pitágoras. Océano ámbar. 2000.
STRATHERN,
Paul. Pitágoras y su teorema. Siglo XXI editores. 1999.
Escritos
Pitagóricos. Compilación de la enseñanza de Pitágoras. Ediciones universales.
CAMPOS,
Alberto. Introducción a la lógica y geometría griegas anteriores a Euclides.
Universidad nacional de Colombia. 1994.
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George. Biografía de la física. Alianza editorial. 1985.
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