I. INTRODUCCIÓN.
i)
¿Qué entendemos por Música?
Coinciden las definiciones en que Música es el arte de
combinar los sonidos de la voz humana y/o de los instrumentos musicales para
causar un efecto estético nacido de la conmoción en el alma o en el espíritu
de quien la escucha. Combina los sonidos siguiendo las normas de la
armonía, de la melodía, del ritmo, del timbre y de
la forma.
En breve, veamos en qué consisten cada una de estas partes constitutivas
mencionadas:
a)
El ritmo: es la disposición más
o menos simétrica de sonidos fuertes y débiles, y de notas largas y cortas.
(No confundir con el compás, que es una medida de valores para facilitar la
ejecución de la música).
b)
La melodía: es la progresión
lógica y agradable de los sonidos diferentes por su entonación, duración e
intensidad. Inicialmente las combinaciones de sonido que la constituyen eran muy
sencillos, pero con el tiempo ha ido adquiriendo mayor libertad y riqueza de
intervalos, ganando en su poder expresivo.
c)
La armonía: es la
simultaneidad de varias notas, formando acordes.
d)
El timbre: depende de los
sonidos armónicos o secundarios que acompañan a uno fundamental. Esto quiere
decir que una cuerda de violín, por ejemplo, frotada para producir una nota
determinada, produce no solamente esa nota, sino una serie de otros sonidos que
en conjunto con la nota nos permiten reconocer que se trata de un violín.
e)
La forma: es el factor que da sentido y
organiza los demás elementos de la música. La forma musical más simple
comprende, por ejemplo, una Exposición, el Desarrollo y la Recapitulación.
ii)
¿Qué entendemos por Masonería?
Es la práctica de otro tipo de arte, que llamamos Arte Real, que no es otra cosa que una tarea permanente de
autoperfeccionamiento que el masón hace de sí mismo y cuyo resultado transmite
a la sociedad en que vive.
Si de todas las artes clásicas la Música es la que más escasamente
informados nos ha dejado de su pasado, los orígenes de la FM se pierden, a su
vez, en la nebulosa del mito, de la leyenda y de lo incierto.
II.
DESARROLLO.
La Música tiene una larga biografía cuyo registro data de un tiempo
relativamente corto. En las diversas culturas a través de la historia, la Música
ha cobrado y cobra un papel importante en los acontecimientos de toda índole más
relevantes. Ejerce un rol mediador entre lo intelectual y lo espiritual. Así,
adquiere singular importancia en ceremonias rituales, por su capacidad de crear
atmósferas de especial recogimiento y emotividad. Constituye la Música un
lenguaje universal de gran variedad dentro de un equilibrio ordenado.
En la FM la Música representa una de las siete artes liberales,
simbolizando la armonía del mundo y, por consecuencia, la fraternidad que debe
existir entre los masones.
Mediante la belleza y
la armonía que conforman los sonidos, se llega a una sabiduría
del silencio. Y sabemos cuán
importante, útil y educativo es este último para la disciplina interna y para
la puesta en práctica de nuestros ideales. Como Arte de organizar los sonidos,
la Música trabaja de acuerdo con ciertas leyes y propósitos; es en esencia una
construcción de carácter iniciático como lo es la FM. Los elementos que
componen realmente la Música NO SON los sonidos (piedras brutas), sino
las notas (piedras talladas).
Así planteado, los sonidos necesitan, para transformarse en notas, de
tres paradigmas:
* La SABIDURÍA, que
reside en su “tempo” o longitud;
* La FUERZA, que
reside en su densidad; y
* La BELLEZA, que
reside en su altura o frecuencia.
Las diversas notas, piedras perfectas, se ensamblan dando forma a una
composición, a una construcción, a una obra del Arte Real, que requiere
organizarse en tres niveles para lograr un conjunto sólido y permanente:
i) EL SILENCIO: Vacío
necesario antes de manifestarse; es una etapa de Aprendizaje.
ii) EL SONIDO: La
manifestación al exterior, la toma de conciencia; esta etapa representa la
labor del Compañero.
iii) LA MELODÍA: La organización y dirección del sonido por el
Maestro.
Penetrando más en la analogía, hagamos un paralelo entre el método de
formación del músico y del masón:
+ El Aprendiz:
Comienza con el estudio de la Música en sí mismo (canta). Aprende a
decodificar unos símbolos o signos (solfeo) y escoge un instrumento (su
herramienta), en todo momento guiado por su Maestro.
+ El Compañero:
alcanza cierta soltura en la interpretación de los signos y en el manejo de su
instrumento. Estudia mucho y se interna en un proceso de aventurarse
cautelosamente a relacionarse con el mundo, siempre bajo la orientación del
Maestro.
+ El Maestro: su
tarea es alcanzar la interpretación personal y, a la vez, enseñar a los
Aprendices y guiar a los Compañeros en la construcción de nuevas composiciones.
El Maestro, aunque trabaja en soledad, tiene vigencia y valor cuando tiene discípulos,
pues sólo por medio de la transmisión y traspaso de su
experiencia y su creación alcanzará la auténtica Maestría.
III.
LA COLUMNA DE LA ARMONÍA.
a)
La Música en la Logia está representada por la Columna de la Armonía
que, en alguna época y en algunas logias, llegó a constituir verdaderas
Orquestas de Cámara; pero actualmente (salvo ocasiones muy especiales) está
constituida por un equipo de reproducción musical y el CD o cassette respectivo.
En las primeras logias sólo se empleaban las voces –no siempre
afinadas- de los QQHH, hasta que en el siglo XVII y, mayormente, en el siglo
XVIII, se fueron introduciendo instrumentos de cuerda, trompetas y tambores. La
designación específica de “Columna de la Armonía” apareció hacia finales
del reinado de Luis XV en las logias de Francia, para referirse al conjunto
instrumental conformado por, a lo más, siete instrumentos: 2 clarinetes, 2
cornos, 2 fagots y 1 tambor. Con el tiempo, algunas logias contaron con Templos
espaciosos, donde cabía un clavecín, un pianoforte o hasta un órgano.
Hubo cierta competencia entre algunas logias – en Francia y en
Inglaterra, especialmente – por contar con instrumentistas virtuosos, que eran
iniciados y aumentados de grado sin excesiva ortodoxia y que, además, quedaban
exentos del pago de cuotas, a cambio de su presencia en las Tenidas y sus
interpretaciones musicales.
b)
La Columna de la Armonía en una Tenida masónica tiene como misión
aportar un complemento al ritual, por lo que es funcional a este y en estrecha
relación a la índole de la Tenida (fúnebre, de aniversario, de iniciación,
etc.). Su valor, además del intrínsecamente artístico, lo da su capacidad de
crear la atmósfera de recogimiento y elevación espiritual que conlleva el
ritual. Esta especial atmósfera es lo que se conoce como el “egrégoro
masónico”.
IV.
REFLEXIONES.
La música ha influido en la vida humana desde tiempos muy pretéritos. Más
bien, ha estado presente actuando en forma subliminal en los acontecimientos
importantes tanto como en los acontecimientos banales del ser humano.
En las épocas primigenias podría haber tenido una incidencia de tipo
religioso. Imaginamos a nuestros antepasados más primitivos tratando de
congraciarse con las divinidades de la Naturaleza para aplacarlas, uniendo a las
oraciones el sonido deliberado (la música)
de los elementales artificios que podríamos calificar de precursores de los
instrumentos musicales. Seguramente, en algún momento, la fabricación de los
instrumentos musicales pasó a manos especializadas: los chamanes y,
posteriormente, a artesanos; estos últimos deben haber sido muy respetados y
admirados por su relación con el intercesor ante las divinidades. A medida que
la música dejó de ser de uso exclusivo para ceremoniales religiosos y se usaba
en otro tipo de actividades, ya sea de alegría y con relativa relación con lo
religioso (como bodas, funerales, etc.) o en actividades de simple esparcimiento
o festejo (p.ej. celebrar la victoria frente a un enemigo), entonces los
fabricantes y los intérpretes de instrumentos musicales dejaron de tener
preemitencia frente al resto de la comunidad, porque su actividad no era
exclusiva de ellos, y era realizable por cualquier individuo que supiera hacerlo.
¿Es posible vivir sin música?
Entendiendo por música
todo tipo de manifestación musical, podemos aventurar, sin temor a
caer en error, que la música está absolutamente incorporada al diario vivir, y
también al morir del ser humano. El estudiante que repasa sus tareas o se
dirige a clases con los audífonos puestos, el bus que traslada pasajeros con música
ambiental, las salas de espera de todo tipo consultas médicas, estaciones de
trenes, intervenciones odontológicas, todo se desarrolla con música. Como bien
sabemos, hacer escuchar determinado tipo de música al feto en el útero materno
tiene efecto comprobadamente positivo en este.
En forma terapéutica,
hay individuos con determinadas enfermedades o síndromes cuya reacción a la música
determina una evolución positiva o una suavización de su estado.
Tan importante manifestación es la música que hasta las dictaduras de
todo pelaje la han usado y siguen usando para exacerbar ciertos estados mentales,
al igual que la han prohibido y prohíben algunos tipos de música para
morigerar otros estados mentales de acuerdo a la conveniencia del régimen
V.
CONCLUSIONES.
i)
Oír Música es, en realidad, algo más que un entretenimiento agradable.
Puede ser una exploración de lo más desconocido, pues el signo musical es un
vehículo sensible más abstracto y aparentemente menos realista que la realidad
visual; es menos esclavo de
las realidades materiales. Así como la poesía, la Música es el Arte del tiempo
sensible, que conduce al reino de la intimidad, emocionando y conmoviendo. Por
su intermedio el hombre puede dar a conocer profundidades de belleza albergadas
en lo más recóndito de su alma, como también la iniciación conmueve a quien,
además de vivirla, la aprehende.
ii)
Si la FM es una ciencia de moralidad, velada por alegorías y expresada e
ilustrada mediante símbolos, la Música es un sistema (ciencia) de expresión
sensible, manifestado mediante símbolos traducidos en sonidos, que conforman
una totalidad inteligible para los sentidos y para el espíritu.
iii)
En la medida que seguimos la secuencia de nuestro desarrollo masónico,
nos vamos percatando que somos parte de una Obra, en conjunto con numerosos
otros QQHH, que van por los mismos caminos que nosotros, decodificando símbolos
e interpretando alegorías. Una perfecta secuencia de sonidos, todos y cada uno
en conjunción en el instante preciso, dan forma al Gran Símbolo que es la Obra
Musical y el Templo Universal, partes de un mismo todo.
iv)
La Francmasonería y la Música constituyen sendos sistemas de construcción
de valores inefables y perennes en forma ordenada y complementaria: fraternidad,
tolerancia, amor, armonía, melodía, etc., que sólo se logran tras un
esforzado y perseverante aprendizaje para colocar todos los sentidos del hombre
en un estado especial de
sensibilidad activa, para dar lo mejor de uno mismo y captar y aprehender lo
mejor de los demás, tratando de asimilarlo y retransmitirlo en un ciclo sin fin
de permanente elevación del espíritu mediante la acción.
BIBLIOGRAFÍA.
1)
Horvat, Alejandro: “Historia y Cultura Musicales”, Editorial
Salesiana, Santiago de Chile, s/a.
2)
Díez, Antonio: “Música y Masonería”, artículo bajado de Internet.
3)
Durán, Mario: “Música y Masonería”, Plancha de 07/octubre/1983, RL
“Germinación” Nº81, Santiago de Chile.
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