"Si uno desea percibir lo invisible, que observe lo visible"
Talmud
“Estar entre
columnas” es una de las expresiones regularmente
escuchadas en las tenidas de nuestra orden y hace parte de la liturgia
desarrollada en nuestros talleres. Lo no evidente es que, detrás de esta
afirmación se oculta una sentencia fundamental
para el mismo ejercicio masónico.
Estar entre columnas,
representa un momento y un comando especifico, relacionado con etapas concretas
de nuestro crecimiento y de nuestra estructura psíquica; etapas que además están
definidas por el esquema del árbol de la vida estudiado en la Cabala.
Nos presentamos por
primera vez entre columnas siendo profanos, y esta presencia corresponde a un
momento matizado por el desconocimiento de los misterios y de la sacralidad de
la vida. Como profano se esta entre columnas gracias a la intención de iniciar
un camino en el que se abandonan
los extremos y se asume una posición equilibrada. Es el primer paso para
obtener un medio por el cual nos acercamos
al propósito de mejorar nuestra
calidad como seres coparticipes del
proyecto creativo del G:.A:.D:.U:.
Como profano se vive
en Malkuth,
la sefira soporte del pilar del
medio en el árbol cabalístico. Cuando vivimos en la experiencia inmediata,
estamos en Assiah; el mundo de lo
contingente y circunstancial, es un mundo que si bien contiene todas las
posibilidades de lo divino, sigue estando oculto tras los velos de la
cotidianeidad. Al estar en Malkuth
nos vemos atrapados en los afanes materiales y en la lucha por la supervivencia. Es difícil en este mundo
reconocer los aspectos más
espirituales del ser. Corresponde al nivel de despliegue de Nefesh; el Alma animal o la parte más inferior de nuestra
conciencia, utilizada para la acción en
general, basados en nuestros instintos y facultades naturales.
El equilibrio en El Reino, otra forma de llamar a esta sefira, se logra gracias al
balance obtenido en nuestra conducta agresiva, en nuestra territorialidad,
apegos y ansias de poseer; acciones
estas también relacionadas con la
estructura de nuestro cerebro conocida como complejo
R o reptiliano; el sustrato mas primitivo de nuestra psique. En Malkuth,
según el jasidismo, debemos cultivar la humildad (shifluth),
y es quizás por ello que la primera vez ingresamos al templo agachados
y en una actitud respetuosa.
Al segundo momento
importante entre columnas, arribamos como neófitos y es cuando se nos da la
Luz. En esta oportunidad ya tenemos
fundamentos; se han acatado las normas y realizado las pruebas. Como aprendices,
reconocemos el espacio sagrado del
templo y elaboramos la primera representación real en nuestra mente del significado
profundo de ser iniciado como Hijo de la Luz.
Corresponde a esta
etapa en el pilar del medio, el estar entre columnas parado sobre la sefira de Yesod; el segundo grado ascendente en el eje vertical de la
conciencia. Aquí nos hacemos responsables de nuestro juramento y asumimos el
camino del primer grado, dando los pasos iniciales en nuestra marcha hacia el espíritu. Esta
etapa se asocia con la manifestación
de Ruaj, el nivel en el cual nos
volvemos conscientes de la primitiva y arcana inconciencia de la que hemos
emergido, y en el que despertamos al mundo mágico y complejo de las emociones.
En Yesod aún participamos de lo
indiferenciado de las pasiones y el
trabajo es el de templar nuestro espíritu y reconocer nuestras proyecciones
para acceder a la verdad (Emet).
En el camino de la
realización, una vez más estamos entre columnas al momento de ser consagrado
compañero y gracias a ello ingresamos a la sefira de Tiferet.
El alborozo
y la alegría se asocian con
un momento especial de brillo sobre el cual empieza su manifestación la Neshama,
como el tercer nivel del Alma, asociado a la armonía y al sentimiento de
regocijo que posibilita la compasión (Rajamin).
Estar entre columnas en la sefira de Tiferet,
es tomar conciencia de quienes somos, y de nuestra calidad estelar, e
implica un trabajo de integración
que posibilita el despliegue de la belleza
obtenida en el reconocimiento de nuestra esencia divina.
En el proceso de
crecimiento masónico hay un instante especial, en el cual se surge del abismo y
se esta entre columnas, en el vórtice correspondiente a la sefira de Daat,
justo en el momento de la exaltación. La resurrección del maestro masón tiene
un simbolismo profundamente arraigado en el reconocimiento de que, es en el
desprendimiento y la desidentificacion en
donde se obtiene la ascesis a las verdades universales. Daat
implica el reconocimiento de la unidad esencial de todas las cosas y corresponde
al nivel de despliegue de Jaia, o la
sabiduría innata del hombre; la cual, le hace maestro.
La maestría es el logro por la cooperación consciente con el propósito
divino expresado en la creación, es el tiempo de hacer presencia en la sefira
del conocimiento, que en el sentido bíblico se asocia a un estado de fusión.
Conocer algo es vincularse estrechamente a ello, y cuando se conoce algo en profundidad, uno se convierte en
parte de lo conocido. El trabajo del maestro es alquímico e intimo, por ello se
da en el espacio de la única sefirah no
representada en el árbol de la vida e implica una integración de sus niveles
corporales, emocionales, mentales y espirituales, allí estará su maestría y
su posibilidad de ser protagonista activo, al conocer hacia donde va en el
proceso creativo de El G:.A:.
Por ultimo nos
encontraremos entre columnas en la cima del pilar integrador; en la corona, y
solo en la medida en que nos hayamos acercado al vislumbre de nuestro ser real,
podremos comprender esta dimensión. Es la esfera de Keter,
y a ella accedemos gracias a la Iejida
o nivel superior de la conciencia, por medio de la cual el iniciado
iluminado puede sentir la inminencia de la presencia Divina.
Si no es en vida,
entonces será en el momento del retorno a lo sagrado y la disolución en la luz,
en la que ya sin una conciencia atada a un cuerpo asumiremos el último viaje y
se nos colocará simbólicamente entre columnas, para ingresar por la puerta que
conduce al Oriente eterno.
Tanto los dos pilares
del Templo, como el pilar (Kavim)
central del árbol cabalístico, representan fuerzas entre las cuales está el
equilibrio del Universo. Estar entre columnas implica una especie de
reconciliación entre las tendencias extremas y en ocasiones enfrentadas de
nuestra psique. Es un llamado al centramiento y a la integración, en donde se
genere una tensión creativa que permita fusionar las facetas opuestas de
nuestra personalidad y así obtener una reunión de partes en una armoniosa
totalidad.
La síntesis a la que
somos convocados cuando estamos entre columnas, tiene el propósito de crear en
nuestra vida interior una tensión equilibrada entre los polos opuestos de la
virtud y el vicio, produciendo un intercambio
dialéctico y una dinámica cuya consecuencia es el crecimiento.
La toma de conciencia
sobre el camino del medio (estar entre columnas), es un llamado a la mesura y al
autoconocimiento y una oportunidad de desplegarnos
hacia niveles cada vez más evolucionados del ser.
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