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SINTÁCTICA, SEMÁNTICA Y PRAGMÁTICA

por Q:. H:. Héctor Vega Mora
R.L. Cabo de Hornos N°184
Punta Arenas, Gran Logia de Chile


Es reconocido ampliamente que la Sintáctica, la Semántica y la Pragmática son los tres aspectos o dimensiones del lenguaje en tanto signo y, en este sentido, constituyen las tres aristas del análisis semiótico.

La Sintáctica corresponde al análisis de la relación existente entre los distintos símbolos o signos del lenguaje.

La Semántica, por su parte, es el estudio de la relación entre los signos y su significados, y

La Pragmática, la disciplina que estudia la relación entre tales signos y los contextos o circunstancias en que los usuarios usan tales signos.

Como se ve, cada una muestra un punto de vista distinto, pero complementario, que ayuda a comprender el fenómeno del signo.

Antes de proseguir, un par de definiciones más, la diferencia entre símbolo y signo. Por una parte, el símbolo es la “representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con esta por una convención socialmente aceptada” (R.A.E.). Y por otra, el signo es definido como aquel “objeto, fenómeno o acción material que por naturaleza o convención, representa o sustituye a otro” (R.A.E.), o sea, claramente el signo abarca al símbolo. Todo símbolo es un signo, mas no todo signo es un símbolo. El elemento que hace del signo un concepto más amplio es que incluye aquello que naturalmente representa a otra cosa, en cambio el símbolo es siempre fruto de un acuerdo social.

En todo análisis semiótico (sintáctico, semántico y pragmático) cabe considerar la concepción que se tenga de signo, puesto que existen varias posturas distintas que pueden confundir a la hora de realizar tal análisis.

Básicamente existen dos ópticas o concepciones del signo, una binaria (diádica) y la otra triádica. La concepción binaria, representada por autores como el lingüista Ferdinand de Saussure (1857-1913) apunta básicamente a que el signo es la entidad conformada por el significante y el significado, en el cual el significado es una entidad psíquica que tiene existencia sólo en nuestra mente y es independiente de los referentes externos, y en el que el significante es también mental por cuanto carece de materialidad externa (¡el ideograma material o el sonido no es el significante!, es sólo la forma que nos permite distinguir un signo de otro). Pero entonces ¿De qué están hechos el significante y el significado?, Hjemslev señala que el significante está constituido por palabras, íconos, gestos, etc. y el significado, por pensamientos, emociones, sentimientos, conceptos, etc.

Ferdinand de Saussure

No obstante lo anterior, Saussure cree que la unión entre significante y significado es arbitraria, por lo que no existe ninguna razón natural o lógica para tal unión. Esto conlleva dos consecuencias, la primera es que el vínculo formado es convencional, o sea, surge por acuerdo social. Y segundo, que como toda convención social, está sujeta a cambios diacrónicos y sincrónicos. Diacrónicos, por cuanto tal como la sociedad evoluciona, los procesos “presionan” a que las unidades significante-significado vayan reflejando adecuadamente las nuevas realidades. Y Sincrónicos, porque en la medida en que la sociedad como sistema se complejiza más y más también lo hacen los signos que intentan aprehenderla, es decir, las complejas y cambiante relaciones entre signos, el surgimiento de nuevos signos, la muerte de algunos y la mutación de otros, inciden en que cada vínculo significante-significado se ajuste también.

Charles Sanders Pierce

La otra concepción de signo, la triádica, fue desarrollada por Charles Sanders Pierce (1839-1914) y debe su nombre a que considera que el signo está formado por la cooperación de tres instancias, el objeto (lo que se representa), el representante (el símbolo) y el interpretante (la representación).

Es así que puede apreciarse que el interpretante es la representación o imagen que evoca el símbolo que a su vez está vinculado a características del objeto. Lo que gráficamente puede estructurarse así:

Un ejemplo: Una persona hojeando una revista ve una fotografía del Cristo del Corcovado, esta percepción visual provoca en su mente la presencia de la ciudad de Río de Janeiro. La representación en ese momento preciso es algo que vincula el Cristo del Corcovado y la ciudad. O sea se puede decir que en su mente se unen en uno el Cristo del Corcovado, Río de Janeiro y la representación. La tres como entidades separadas constituyen todo el fenómeno. Cada una determina a las otras dos y en este juego se da la cooperación comprensiva.

 

Como se aprecia, Saussure enfatiza el carácter social del signo, mientras que Pierce su carácter lógico – formal. Ambos, no obstante, muestran que la comprensión del signo como fenómeno va más allá de la simple relación entre la realidad y la representación de ella.

Ahora bien, algunos se preguntarán cómo se puede aplicar el análisis semiológico a la comprensión de la Mas\ en general y a su modelo de enseñanza – aprendizaje, en particular. Pues la respuesta pasa por la comprensión de que la construcción de la Mas\ fue y es un acto de hombres. Esto quiere decir que su construcción demandó la concertación para un objetivo común y que aquello es impensable sino se considera que tal concertación sólo pudo llevarse a cabo por medio de la comunicación.

Para que dicha comunicación pueda darse se requiere de un lenguaje común o mejor aún de un lenguaje desarrollado en común. Es entonces posible concebir la existencia de un “lenguaje masónico” que está construido por objetos que se señalan (de especial importancia para la Mas\), un modo de señalarlos (símbolos y palabras masónicas) y una manera de interpretarlos.

Lo anterior puede ser entendido en la lógica de que existen una sintáctica, una semántica y una pragmática del lenguaje masónico.

De este modo, si atendemos a la sintaxis, es posible sopesar la manera en que los símbolos que se encuentran en el Templo tienen un “arreglo” espacial o que las palabras que se emplean en el ritual tienen un orden definido. Así, cada ubicación espacial o temporal no sólo determina el modo de “lectura”, sino que también define por contraste aquello que no es lenguaje masónico.

Lo anterior adquiere especial relevancia si también se comprende que el arreglo sintáctico que se haga tanto de los símbolos como de las palabras masónicas, conllevan complementariamente un sentido o significado particular (o por lo menos con pretensiones de particularidad). La semántica del lenguaje masónico entonces, se apoya no sólo en las palabras o símbolos en sí, sino que también en la disposición que estos elementos tienen entre sí, constituyendo un sistema lingüístico donde el mensaje puede y es percibido de modos definidos por la propia estructura.

Si se dejara el análisis hasta acá, podría creerse erróneamente que todo el fenómeno ocurre “en el aire”, independiente del sustrato humano más allá del mero acuerdo social, sin embargo, aquí es donde entra a participar el tercer elemento del análisis semiótico, la pragmática o como diría Pierce la valoración del interpretante.

Bajo esta perspectiva, la interpretación de los símbolos y palabras masónicas une a estos con su significado (une sintaxis y semántica). La riqueza entonces se produce en el acto interpretativo, más que en la mera denotación de lo simbolizado. Y esto es lo que Pierce no advierte o cuando menos no enfatiza suficientemente: la interpretación se da en un sustrato, en un contexto humano, tanto psicológico, como sociocultural.

En este entendido, es posible concordar en que el lenguaje masónico y más específicamente, sus símbolos y palabras, no son un fenómeno independiente de los masones. Esto es, la Mas\ tanto en su tradición histórica como en el contexto sociocultural en el que actualmente se inserta, ha desarrollado un sistema de significantes – significados que comparte con todos y cada uno de los masones que la componen. No obstante, el fenómeno no acaba ahí, por cuanto cada masón adiciona por sí mismo el factor interpretativo, aceptando, la mayoría de las veces, pero también pudiendo modificar o rechazar el vínculo significante – significado propuesto.

En este punto quisiera agregar dos aspectos a este análisis. Primero quisiera destacar que el sistema saussariano de significantes – significados en el lenguaje masónico es un sistema encriptado o, si se gusta, esotérico, por lo que para aprehender el fenómeno se debe contar con las claves para ser descifrado.

Al A\ se le comienza a enseñar estas claves a partir del momento mismo del rito de la iniciación y si bien este indica sólo el punto de partida de un largo proceso iniciático, sirve para denotar y connotar su incorporación al sistema. En otras palabras, la iniciación se transforma en la puerta de entrada a la comprensión del lenguaje masónico y, con ello, a la Mas\. No obstante, el sistema con ello corre un riesgo con cada nuevo A\ ingresado: pues cada uno agrega al sistema una nueva posibilidad de interpretación y así no sólo el A\ se acomoda al sistema, sino que el sistema debe asimilarse a él, dos caras del mismo proceso conocido como adaptación.

Esto nos lleva a la primera de las conclusiones de este trabajo:

1.       La única manera de asegurar el éxito de la Mas\ como sistema pasa por el eterno y necesario proceso de adaptación que se asegura con el constante ingreso de AA\ . En otras palabras los AA\ son el flujo vital de la Mas\, por lo tanto, ésta debe valorarlos no sólo como “fuerza de propagación”, sino como verdadero capital cognoscente de la realidad.

El segundo punto a resaltar corresponde al fenómeno inseparable del sistema lingüístico: la comunicación. Sin querer extenderme por todas las aristas de ésta, quiero relacionarla con el tercer aspecto de nuestro análisis semiótico de la Mas\, la pragmática.

Como señalé anteriormente, el contexto en que se da la interpretación del signo, es un contexto psicológico, social y cultural, pues depende de la conjugación de procesos cognitivos y emocionales, actuales y pasados, con interacciones del mismo sujeto con los sistemas sociales y culturales de los que forma parte. Es en este último punto en que se vislumbra la real importancia del proceso comunicativo como vehículo imprescindible de acuerdo social, o más aún, de construcción social y cultural. Entonces y sólo entonces, el objeto y su representante (el símbolo) pasan a ser interpretados, constituyéndose de ese modo en una unidad que permite su uso para tales acuerdos sociales.

Esto nos lleva a la segunda conclusión del presente trabajo:

2.       En el contexto masónico la importancia de comprender la unidad que conforman las palabras y símbolos que ha adoptado, el significado que históricamente se les ha dado y la interpretación que cada masón da al sistema significante – significado propuesto por la Orden, es lo que puede y debe llevar a encontrar “lo nombrado”. Esto es, a encontrar aquello que la Mas\ quiere valorar. En definitiva a comunicarle a todos sus miembros su Mensaje.

La tercera conclusión, que viene a complementar las dos anteriores, es que:

3.       El contenido del mensaje es uno, pero sus interpretaciones son tantas como masones hay sobre la faz de la tierra, por lo que la única manera de mantener vivo el mensaje es que los masones se comuniquen fraternalmente y convengan del mismo modo su contenido, teniendo siempre en cuenta que todo acuerdo si bien debe ser respetado, asimismo es perfectible, por lo que su constante revisión es un imperativo para la supervivencia del sistema, que en este caso no es otro que la Mas\ misma.

 

REFERENCIAS:

·       Anónimo. Semiótica en http://www.monografias.com/trabajos14/semiotica/semiotica.shtml

·       Borge, Javier. Filosofía del Lenguaje, en www.antroposmoderno.com/antro-articu.php?id_articulo=127

·       Camacho, Adrián. La Lógica en  http://www.educared.net/asp/tutorias/verMensaje.asp?CodigoMsg=3327

·       Cañedo Andalia, Rubén. Análisis del conocimiento, la información y la comunicación como categorías reflejas en el marco de la ciencia en www.bvs.sld.cu/revistas/aci/vol11_4_03/aci02403.htm

·       Jiménez Cano, José María. Las Unidades Lingüísticas: ¿Una cuestión cerrada? en www.um.es/tonosdigital/znum2/relecturas/unidadeslingTonos2.htm

·       López de la Maza, Claudio (1996). La Arquitectura del Templo. Revista Masónica de Chile. GLCH:Santiago

·       Rivera, Antonio. Viendo Al Horizonte. Más allá de la usabilidad.

·       Watzlawick, Paul. Teoría de la Comunicación Humana en www.ilustrados.com/publicaciones/EpyuAupZkkFYOPxqUq.php



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